13.04.2022
El pasado viernes 8 de abril el Instituto de Historia PUCV inauguró la 4° versión del Diplomado en Didáctica de la Historia: Estrategias para el aprendizaje de la Ciudadanía y la Historia reciente en el Siglo XXI - Versión 2022".
“El trabajo de los discursos del odio en la enseñanza de las ciencias sociales” se tituló la conferencia inaugural de este programa presentada por el doctor Albert Izquierdo, profesor de la Universidad Internacional de la Rioja, España.
Su investigación analizó la capacidad crítica del alumnado frente a un problema social relevante como es el discurso del odio, ya que gran parte de las informaciones que transmiten los medios de comunicación o las redes sociales se encuentran marcadas por la presencia de discurso del odio.
“El pensamiento dialéctico que interpreta Ross (2004), es la base fundamental de la literacidad crítica. Es la idea que pretende superar la enseñanza de un listado de habilidades del pensamiento crítico, que ha predominado a las últimas décadas del siglo XX y que no ha comportado grandes cambios dentro de los estudios sociales críticos. La literacidad crítica tiene que ir dirigida a la acción, esta implica una toma de decisiones, compromiso e intervención en los problemas sociales (Santisteban et al., 2016). Los textos que encontramos escritos sobre educación crítica o estudios sociales críticos, provienen del mundo anglosajón. La mayoría de autores la denominan como critical literacy, critical media literacy, que traducimos como literacidad crítica”, informó el profesor.
Las primeras aportaciones del término de literacidad crítica las hacen Lankshear y McLaren (1993), que las definen como relaciones que hay entre el poder y el discurso. Encontramos trabajos sobre literacidad crítica en los estudios de Ogle, Klemp y McBride (2007), donde hacen ver la necesidad de hacer visibles a las personas y a las identidades invisibles en los estudios sociales.
“El odio está relacionado con las creencias o prácticas que atacan, difaman, deslegitiman o excluyen a un grupo colectivo de personas basándose en características inmutables, como la etnia, religión, género, orientación sexual o discapacidad. Los principales actores del odio son individuos, grupos o comunidades que participan activa y abiertamente en la actividad mencionada (…). La actividad de odio es antiética al pluralismo y a la aplicación universal de los derechos humanos”, aseveró el profesor.
Izquierdo presentó ejemplos de la prensa sobre este tipo de relatos. Asimismo, dio cuenta de los desafíos para el profesorado en la enseñanza de los discursos del odio y las ciencias sociales, siendo fundamental la construcción de los contrarelatos del odio.
Para el doctor la didáctica de las ciencias sociales necesita promover una acción para luchar contra los relatos del odio, proponiendo un relato alternativo. El texto que se escriba tiene que ser una narración que rompa con lo establecido (Santisteban et al., 2018). Los contrarelatos deben estar orientados a los derechos humanos y a los valores democráticos; el respeto a la diferencia, la libertad y la igualdad. Se pueden hacer de varias maneras: proporcionando información alternativa, utilizando el humor o apelando a las emociones sobre cuestiones socialmente vivas, explicando diferentes perspectivas y puntos de vista (Consejo de Europa, 2017).
Desde el grupo de investigación GREDICS (Grupo de Recerca en Didáctica de las Ciencias Sociales del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universitat Autònoma de Barcelona) se trabaja a partir de un modelo, con muchas semejanzas con el que se utilizó para trabajar la literacidad crítica (Santisteban et al., 2016), donde se dan diferentes procedimientos para ayudar al alumnado a construir contrarelatos del odio: a) identificar el problema o conflicto social; b) contextualizar el problema o conflicto social; c) identificar las personas que intervienen; d) valorar la calidad de sus argumentos; e) interpretar las emociones que aparecen en los relatos; f) hacer un ejercicio de metacognición y de empatía, de pensar como pienso yo y cómo piensan los demás; g) proponer una acción social y política basada en los derechos humanos (Santisteban et al., 2018).
“¿Qué profesorado necesitamos? Hay que combatir el discurso del odio desde su tratamiento en las aulas, porque es una realidad en las redes sociales, los medios de comunicación y en las calles, que no podemos eludir, sino que lo hemos de afrontar con las herramientas e investigación y de la educación crítica”, explicó el investigador. Además, concluyó que cuando una opinión reproduce, sostiene y legitima un discurso de desigualdad, discriminación, estigmatización e invisibilización… No es libertad de expresión es violencia simbólica. Es discurso de odio”.
En esta actividad inaugural estuvo presente el Dr. Ricardo Iglesias, director del Instituto de Historia PUCV; académicos/as y alumnos/as del Diplomado en Didáctica de la Historia PUCV.
Por Natalia Cabrera Vásquez
Instituto de Historia