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Dra. Andrea Bustos: Los padres no deben imponer a sus hijos hábitos de lectura sujetos a permanentes evaluaciones

Columna de Opinión investigadora y Directora de Núcleo de Investigación: Lenguaje, Aprendizaje y Prácticas Pedagógicas (LAP) de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV)

04.05.20

He visto con preocupación en diversos medios de comunicación, prescripciones imprecisas y hasta equivocadas de ciertos especialistas respecto de cómo educar en tiempos complejos como los que atravesamos. Un ejemplo claro es el tema del fomento a la lectura conjunta de padres e hijos. Al respecto, las investigaciones realizadas nos indican que esta actividad debe ser genuina y placentera, donde se privilegia la compañía y el compartir, por sobre preguntas que evalúan lo leído. Solo de este modo podrán colaborar con un hábito de lector que aumente la práctica y por ende mejore la comprensión. 

Dicho esto, vemos como en la actualidad la modalidad de relacionarnos a distancia nos ha impedido sostener nuestras instituciones educativas como solíamos hacerlo, emergiendo un sin fin de conferencias, materiales, sugerencias, reflexiones e indicaciones para el ámbito educativo. Esta misma cantidad de información está disponible respecto de lo juicioso de algunos comportamientos en relación al autocuidado en el contexto de pandemia que vivimos, sin embargo, esto no permite modificar el comportamiento en muchas personas. Prescribir, indicar algo a otro, no basta para regular su conducta.

Esta realidad que muestra la real potencia de la prescripción, ha sido estudiada en los procesos de formación de profesores, por ejemplo, en una larga línea de investigación sobre la dificultad del cambio. Los datos son arrolladores respecto del poco efecto de los perfeccionamientos que no contemplan las reales necesidades del profesor para innovar. Desde el área de la lectura comprensiva en Chile, en los últimos 20 años, se ha acometido la tarea de avanzar con altas inversiones de recursos: programas de apoyo, materiales programados y sistemas de monitoreo por parte de los equipos técnicos y sistemas de acompañamiento (Programa LEM, PAC, Lee Chile Lee Plan Nacional de la Lectura 2015-2020).

Sin embargo, en los últimos 10 años se han sostenidos los bajos resultados y las brechas por nivel socioeconómico en la medición de la capacidad de comprensión lectora en Educación Básica en los tres niveles evaluados (SIMCE, 4º, 6 y 8º, año 2018).  A pesar de inversiones en bibliotecas en más de 10 millones de libros desde el año 1993,  los datos indican un promedio anual de préstamos por alumno inferior a 2 libros (El Mercurio, 9 de octubre de 2019)” (Bustos, 2020; “El reto para el cambio en las prácticas de aula”. En Horizontes y propuestas para transformar el Sistema Educativo)

Entonces, ¿por qué no se avanza? Lo que sabemos desde nuestras investigaciones describiendo el aula y analizando prácticas y creencias, es que las personas, como los y las docentes, actúan desde sus racionalidades y que, aunque pueden considerar algo muy valioso (una metodología o una indicación) aun así ese conocimiento no transforma su acción. Esto no se explica desde la convicción o compromiso sino desde la conciencia respecto de dónde se encuentra como aprendiz en tanto conceptos y habilidades. Por tanto, hacerlo parte de procesos  de autoanálisis y de reflexión, es básico para innovar.

Siguiendo esta línea argumental, cabe la reflexión respecto de qué estamos haciendo como Academia para colaborar en el proceso educativo con diferentes agentes de la educación: profesores, apoderados y familia.

Parece relevante analizar la tentación de indicar modos de actuar que requieren mucho más que una decisión. Indicar a un apoderado que lea con sus hijos/as, haga preguntas de tal o cual naturaleza o que invite a reflexionar implica niveles de conciencia del texto, reconocimiento de los tipos de respuestas adecuadas o procesos metacognitivos propios para colaborar con procesos metacognitivos de un niño/a o joven aprendiz de lector. ¿Cuánto de ello es realmente factible en una familia? ¿Cuánto de esto cae en el vacío de la referencia bibliográfica de estudios en espacios controlados?

Desde una perspectiva situada la colaboración con el medio requiere situarse desde el medio. En ese sentido, conocer los que piensan y saben hacer los agentes de la educación nos ayuda a seleccionar lo que puede efectivamente ser una colaboración tanto en tiempos complejos como en tiempos más regulares pero no por ello menos complejos.

Si sabemos según encuestas (GFK) que la tasa de lectura en Chile, al menos una vez a la semana, es del 40% de la población adulta, quizás sea juicioso pedir que los/as apoderados/as le lean a sus hijos e hijas y que no hagan preguntas aun. Que programen un momento de compartir  una lectura genuina – el tiempo de dormir es propicio -  con intervenciones en que se comparta el pensamiento, sin intervenciones que sean poco placenteras como el responder preguntas de comprensión. Es decir, que se inserte la lectura como actividad familiar. A ello agregar que podría ser elegida por el niño o niña. Maravilloso, pero, si eso no es posible, privilegiar el placer de la compañía.

Sabemos que los procesos de lectura son por lejos más complejos y con habilidades diversas que van cambiando en su impacto con los años. Sin embargo, esos procesos de más complejidad: como las preguntas de nivel inferencial o el monitoreo de la comprensión,  han de quedar en manos de los especialistas de la interacción, los y las profesores/as.

Entonces, ¿cuál será el valor de la Academia? Sostener su vocación de crear conocimiento pero, a la vez, colaborar para transformar desde la misma mirada: desde el medio y el respeto y conocimiento genuino de la complejidad del fenómeno educativo para todos y todas quienes los componen.

Algunas ideas para una práctica de lectura genuina y placentera:

 

1.- Buscar algo a leer que les divierta a los que participan ya sea breve o extenso : un meme, una noticia, un  cómic , un libro. Incluso en medios diversos: libro en papel o textos en celular. Si le cuesta leer con adulto, privilegie la lectura de otro: los audiolibros  o las lecturas compartidas en redes sociales son una buena opción. 

 

2.- Compartir lo que se piensa - de verdad-  mientras se lee: " acá seguro que va a pasar que..." ; Ríase si le da risa; permítase emoción; pregúntese en voz alta si hay algo que no comprende. Diga " no entendí esto". 

 

3.- Evitar preguntar como evaluación de la comprensión: En lugar de decir "¿qué entendiste?" o "¿Quién era...?"; "¿qué significa?" privilegiar el comentar modelando: "qué entretenido me gustó cuando..."; "me pareció un poco fome esta parte". Si el niño/a comparte sus ideas permítale conversar, si no, privilegie solo el compartir su pensamiento adulto como lector/a.

 

4.- Recuerde. Su rol no es ser profesor/a, su rol es ser un/a lector. 

 

5.- Lea hasta que ambos disfruten. Si hay cansancio o tedio de cualquiera de los involucrados, la actividad deja de ser útil. Pregunte: "¿te cansaste?", "¿paramos?". (en la medida que usted respete las ideas 1 a la 4, este momento será cada vez más largo).