Volantín Azul: editorial infantil y juvenil es parte del programa de incubación IMPULSA+
El proyecto de innovación social es parte de los incubados de esta séptima versión, el cual busca rescatar el patrimonio inmaterial y material de la ciudad de Valparaíso.
08.10.2021
Volantín Azul, es actualmente parte de los equipos incubados en IMPULSA+ 2021 de la Incubadora Social Gen-E, perteneciente a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). La iniciativa propone mejorar los índices de lectura infantil y juvenil, a través de una literatura patrimonial y que aporte a la conservación, cuidado y recuperación de la ciudad de Valparaíso.
Actualmente, el equipo de Volantín Azul, está conformado por Arturo Mora, escritor y editor de literatura infantil y juvenil, y Daniela Vera, Licenciada en Comunicación y Periodista, quienes a través de este proyecto buscan fomentar la lectura en niños, niñas, jóvenes y también adultos.
En este contexto, el editor general del proyecto, nos contó cómo nació su proyecto, sus objetivos y la experiencia que han tenido en la incubadora social:
¿Cómo nace la inquietud para crear Volantín Azul?
El origen de Volantín Azul se remonta a cuando postulé a un proyecto que tenía la Universidad de Valparaíso que se llamaba Emprende Creativo. Yo escribo libros infantiles, trabajé como editor varios años en una editorial transnacional, que ya no está en América, llamada Norma. Además, he desarrollado también talleres de literatura, entonces conozco de primera mano el tema de la comprensión lectora y de la literatura que es un poco a donde apunta este proyecto como Volantín Azul.
En este Emprende Creativo, llego con muchas ideas y venía de un proyecto que era de Santiago, en el cual desarrollaban proyectos audiovisuales, entonces venía de armar una serie de televisión, desde el guión y la idea de esta serie. Entonces nos juntamos con gente, me incentivó para ver en qué consistia esto y qué cosas salían de ahí.
En este contexto, se me ocurrió buscar alguna forma de darle una vuelta al ecosistema del libro, desde la creación hasta la venta o al producto final, porque en Chile se hace la misma “pega” desde hace muchísimo tiempo y los proyectos o la plata que el Estado dispone para financiarlos, están en la misma lógica. Incluso, por ejemplo, que el lenguaje debe ser lo más estandarizado posible, con el menor número de chilenismos, porque la lógica siempre va a ser internacionalizar.
Entonces dijimos en el grupo que surge de esta idea, por qué no partir al revés, un poco de la premisa de Antón Chejóv: “Escribe desde tu aldea y serás universal”. Combatir esto, ya que este sistema nos obliga a ser globales y permeables, hasta en nuestra manera de vestir, la música que escuchamos, las series, los libros, todo. Entonces una de las formas que tenemos para eso es empezar a desarrollar el amor local y de ahí surge un término que es lo "glocal", que es como tú puedes ser local, pero al mismo tiempo global.
¿Cuáles son los objetivos que tienen como proyecto? ¿Cuáles serían los productos que ofrecerían?
Cuando nosotros revisamos los niveles de comprensión lectora, nos dimos cuenta que estaban bajísimos en Chile, y una de las razones de por qué pasa esto y que venía dándole vueltas hace mucho tiempo, que en nuestra literatura infantil (pensándola como la puerta de entrada a la lectura), si de niño no te enganchaste con la literatura, es muy difícil que de adulto lo hagas, son habilidades que tu adquieres y que te ayudan a ser parte de una sociedad.
Volantín Azul surge como esta idea de generar una editorial con voz local, para mí es grave que mucha gente habla de que hay que cambiar la educación, yo soy un convencido que nuestro sistema educativo debe ser modificado, ya que está pensado a la imagen y semejanza de la industria, segmentados por asignaturas, pero antes de eso tenemos que pensar qué tipo de país queremos.
La idea de los primeros cuentos que surjan era hacer eso, una cosa muy sencilla que es hacer un "Pintemos sobre Valparaíso" de los cerros, donde hay un mapa de los cerros y los niñas, niños y niñes puedan pintar el lugar donde ellos viven y que ellos digan "mira este es mi cerro y está en tal parte ubicado", una cosa re sencilla y además contar la historia de cada uno de los cerros en breve, algún hecho histórico importante y que los niños puedan rayar y hacer dibujos sobre su espacio, que lo empiecen a conocer. Esto también va de la mano con que lo de educar a la población, que se empodere y sea capaz leer y comprender críticamente su realidad, este sería el primer producto.
El segundo producto era una guía turística para niñas, niños y jóvenes de Valparaíso, estas dos cosas hacerlas paralelas también en ambientes digitales, aprovechar la tecnología para que la experiencia del lector vaya más allá. En esta pandemia, hemos visto que entre que le haces leer un libro a un infante o que se quede jugando en internet, no tienes por donde perderte. La experiencia de estar conectado no es tan multisensorial, sino visual, auditiva e incluso didáctica, pero la experiencia del libro va más allá, porque también es didáctica, es visual, aromas, hay otras cosas involucradas, entonces mi función como Volantín Azul es entregar esa experiencia y que sea lo más completa posible, si te sirve que tú lo pintes con un lápiz y que sientas el olor del papel, que tengas contacto con el libro en físico y que vayas reconociendo el lugar que habitas, y eso también lo puedes hacer en formato digital en una Tablet, un computador o un móvil.
¿Qué les motivó a participar y postular en IMPULSA+?
La experiencia ha sido enriquecedora y por mucho, el factor humano y las herramientas que IMPULSA+ nos ha dado, a mí al menos me ha ayudado harto a darle forma a estas ideas locas que me surgen a cada rato. Esto de la metodología, es interesante cómo se da en el análisis, en la observación y en contraste de todos los que te van enseñando y también como tratas con los voluntarios.
Al menos en el caso mío, me ha tocado gente que ya ha tenido que emprender y que ha visto el mundo tal cual es, entonces ahí tú empiezas a contestar la teoría digamos, versus también este mundo real. En este caso, tiene que ver con el voluntario que emprende en un área súper distinta a la de nosotros, pero la experiencia nos da a entender conceptos similares, en cuanto al conseguir financiamiento, cómo plantear la propuesta de valor, cómo te vas a pagar y cual va ser tu lema; el cual te obligue a levantarte todos los días, con toda la energía que quieras dar a esto y lo que le vas a traspasar a tus usuarios, clientes o beneficiarios.
Con respecto a los demás incubados, yo creo que es interesante saber que hay más gente como uno, que anda inventando y creando cosas para salvar el mundo. Lo que sí siento es que nos falta más conversar entre nosotros, estamos un poco timidones, asumo que debe ser por la virtualidad, porque yo creo que así surge la confianza y en la conversación puedan surgir alianzas interesantes, pero siento que aún nos da vergüenza todavía, en ese sentido.
¿En qué etapa se encuentra actualmente el proyecto?
Estamos trabajando en la propuesta de valor, en el caso nuestro teníamos al comienzo una idea general y un poco ligada a lo que conocemos como editorial, que es una estructura como cualquier empresa bien terminada, que hace parte de procesos que también están muy marcados. Pero a través de lo que hemos aprendido, siento que esa idea original ya no me basta, tuve que sacarlo y armar ese otro marco, otra estructura que está tomando forma.
Hay maneras tal vez de acercarse a los lectores, que te digan lo que necesitan, lo que quieren ver, lo que quieren saber, lo que quieren conocer y la forma en que lo quieren conocer, que puede ser más entretenido para ellos. Eso es lo que estamos armando, enlazando muchas cosas y eso es entretenido, por ejemplo: libros con realidades aumentadas, bases de datos con sistemas de organización, que generen otra cosa, un regalo para el usuario. Entonces este tipo de cosas están sucediendo a raíz de pararnos con las herramientas que desde IMPULSA+ nos han dado. Es un poco lo que decía San Agustín: “Lo importante no es ver nuevos paisajes, sino con nuevos ojos”.
Estamos tan preocupados por la comprensión lectora y nos están enseñando a leer, comprender y codificar la realidad de otra forma, cosa de dar solución a lo que puede surgir y en las que nosotros podemos ser un aporte.
En este contexto, nuestro proyecto ha tenido varias evoluciones durante el proceso y dentro de estas está una herramienta que estamos desarrollando. Esta consiste en una aplicación para móviles para que los niños y niñas, puedan ingresar información y datos que serán útiles para desarrollar una línea o servicio editorial, porque nuestra idea no es sólo desarrollar productos, sino también desarrollar una audiencia, ya que no sacamos nada haciendo libros, si la gente no los va a leer.
Esto nos ayudará a definir qué clase de personajes, temas y contenidos les interesan más a nuestro público, y de vuelta, a modo de obsequio por esa información, nosotros les entregamos un cuento, donde ellos serán los creadores. Esto surgió, desde esta revisión del mismo proyecto de Volantín Azul como editorial, ya que ésta quiere ser un espacio en el que los artistas, ya sean escritores, o gente relacionada con las gráficas, puedan desarrollar sus propios proyectos y nosotros apoyarlos con la expertise que tenemos.
¿Cuál es la proyección a futuro que tienen con Volantín Azul?
A corto plazo es darle la forma, no sé si decir definitiva, porque creo que debe ser lo suficientemente flexible, para adaptarse a distintas realidades, no es lo mismo contarle historias a un niño en Putre, que contarle la historia a una familia en Chile Chico. Quizás desarrollar una metodología y una forma particular de hacer este nuevo proyecto editorial, que pueda ser replicable en distintas organizaciones.
El objetivo es ser capaces de escuchar esas voces locales, mejorar los niveles de comprensión lectora, para poder tener ciudadanos menos vulnerables al momento de tomar decisiones políticas, sociales, económicas y culturales. Al ser menos vulnerables, nos empoderamos más de lo que nos sucede, somos más críticos y también más propositivos, esa ciudadanía más crítica y más propositiva, que sea capaz de pensar cómo visualizamos a ese Chile y como llegamos a él. Donde nos integremos todos y no sea a la imagen y semejanza de la industria, que no sea de un sistema que surge del siglo XIX, que tiene profesores del siglo XX y estudiantes del siglo XXI, que crea guetos e islas de conocimiento, islas de personas o de clases sociales, sino que debería crear puentes, eso es cambiar el sistema educativo.