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Tecnología PUCV que utiliza método de lixiviación amoniacal para la recuperación de cobre desde escorias obtiene patente de invención por parte de INAPI

El procedimiento, desarrollado en el Laboratorio de Investigación Aplicada en Metalurgia Extractiva (LIAM) de la Escuela de Ingeniería Química PUCV, permite extraer el cobre residual presente en las escorias oxídicas que se producen en el proceso de fundición de concentrados de cobre.

12.10.2022

Un nuevo hito en términos de propiedad intelectual logró el académico, jefe de Postgrado y director de Magíster de la Escuela de Ingeniería Química de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Dr. Álvaro Aracena Caipa, quién recientemente obtuvo la concesión de una patente de invención por parte del Instituto Nacional de Propiedad Industrial (INAPI) para la tecnología Lixiviación amoniacal para la recuperación de cobre a partir de escorias oxídicas. 

El desarrollo tecnológico, que permite extraer el cobre residual presente en las escorias oxídicas que se producen en el proceso de fundición, residuo que actualmente se desecha o bien se utiliza como material de construcción en carreteras, se presenta como una alternativa de mejora en el uso de los recursos naturales y la optimización de los procesos productivos mineros a nivel nacional.

Una patente es un derecho exclusivo que concede el Estado sobre una invención, esta proporciona al titular la posibilidad de utilizar y explotar la tecnología e impedir que terceros la utilicen sin su consentimiento. Para obtener una patente de invención se deben cumplir tres criterios fundamentales: novedad, nivel inventivo y aplicación industrial, todos pasos que debió cumplir el académico con la tecnología Lixiviación amoniacal de escorias oxídicas. 

En este sentido, el Dr. Aracena indicó que el proceso de la obtención de la patente fue muy intenso mediante el paso de varios sistemas de filtros intelectuales “Apenas conseguimos los resultados experimentales, tanto en el LIAM como en la planta semi-piloto, consulté con el profesor Horacio Aros (QEPD) cuáles eran los pasos a seguir, y me recomendó no publicar los resultados en revistas científicas hasta analizar los mecanismos de protección intelectual. Al instante nos contactamos con la OTL, la cual mediante su directora Macarena Rosenkranz, nos pidieron una serie de antecedentes para ver el potencial de la tecnología (primer filtro)”.

“Con esto verificado, comenzamos a trabajar junto a los abogados de la oficina (segundo filtro) para validar el conocimiento generado e ingresar la tecnología como solicitud de patente al Instituto Nacional de Propiedad Industrial en el año 2016. La solicitud fue analizada por expertos en el área (tercer filtro) de la INAPI. Al final, la solicitud logró ser concedida este año 2022, después de casi seis años”, agregó.

Respecto al apoyo recibido por la Oficina de Transferencia y Licenciamiento (OTL) de la PUCV, el académico señaló que “Gracias a la OTL pudimos tener este primer y segundo filtro. Nos ayudaron con lo que necesitábamos y nos mantuvimos en contacto con su directora y especialistas (ingenieros y abogados). Es importante destacar que se hacían el tiempo de venir a la Escuela en cualquier horario para apoyarnos. Con este trabajo de evaluar a priori la tecnología, se llegó a obtener un documento más acorde a los requisitos de solicitud y posterior concesión de la patente”. 

En cuanto al trabajo realizado por la OTL, su actual coordinadora, Vania Badilla, señaló que “Parte de nuestro rol en la Universidad es contribuir en la gestión de la propiedad intelectual, por lo cual, todo este trabajo de levantamiento de la investigación, estudio de patentamiento, posterior redacción y presentación de una patente de invención, es muy importante. Pero la presentación de una patente es solo la primera parte para la obtención de esta, posteriormente comienza un nuevo ciclo de trabajo, donde el investigador con el apoyo de la OTL, busca responder a los informes de los peritos, entre otros. Es por esto, que la obtención de esta patente que fue presentada en el año 2016 y concedida este año nos llena de orgullo y satisfacción, ya que ha sido fruto de un largo proceso de trabajo”.

Finalmente, el investigador comentó que el valor que entrega la propiedad intelectual en este caso es que “El trabajo desarrollado por varios alumnos de pregrado de la Escuela de Ingeniería Química, específicamente quienes trabajaron en el Laboratorio de Investigación Aplicada en Metalurgia Extractiva, quedó protegido. En el año 2012 se inició un proceso de evaluación de estas escorias, buscando la forma de extraer el metal útil (cobre) y dejar las impurezas (hierro, arsénico, antimonio, sílice, entre otros) en el residuo sólido. Fueron más de 10 alumnos de pregrado quienes trabajaron arduamente en el proyecto. Por ello, no se puede dejar a la ligera todo su esfuerzo”.

“Por último, debo agradecer a la Escuela de Ingeniería Química por todos los análisis de líquidos realizados. También al Instituto de Geología Económica Aplicada (Universidad de Concepción), mediante el trabajo desarrollado por el Dr. Óscar Jerez, quién realizó el análisis de sólidos, interpretación y posterior evaluación de aquellos resultados” indicó.