Dentro de los principales desafíos, destacan la transición hacia la presencialidad del quehacer de la EIB en todas las áreas que esta unidad desarrolla: “La Escuela se caracteriza por ser una unidad compleja, que aborda todos los ámbitos de la academia, desde la formación de pregrado, postgrado, investigación, vinculación y la gestión que se requiere para cumplir con dichos objetivos. La unidad tiene esta impronta de participar de todas las áreas, y eso es lo que caracterizó a la dirección anterior, encabezada por María Cristina Schiappacasse, y es el objetivo para proseguir a partir de ahora”, señala el director.

“Los últimos dos años han sido particularmente especiales, y algunos objetivos que se tenían planteados no se pudieron abordar, por lo tanto, se espera poder asumirlos ahora. Para mí es importante la continuidad, para que direcciones sucesivas puedan basar su trabajo en el de las anteriores”, explica.

“A modo personal, me rige la motivación de que como Unidad Académica tenemos que estar al servicio de la sociedad y de nuestra comunidad cercana y la que esté más lejana, siempre me ha motivado el cumplir con esa función. Los desafíos que he abordado en mi carrera como académico, tanto aquí como en la otra universidad donde me desempeñé anteriormente, siempre estuve motivado por esa intención de ser un agente positivo de cambio que impacte la vida de las personas. Al trabajar en una institución de educación, ese objetivo no puede dejar de esta presente, y la motivación que ese objetivo impulsa, es algo con lo que personalmente yo me identifico”, agrega.

El nuevo director observa con optimismo el comienzo de este nuevo ciclo: “La situación que vivimos hoy en día es bastante mejor que la de un año atrás, por lo tanto, vemos el 2022 con más optimismo que cuando estábamos en el 2020. En la medida que la pandemia siga su curso actual, nosotros tenemos la expectativa de que el próximo año podamos tener una situación más normalizada, en términos de actividad presencial, realización de clases y en actividad de investigación. Si bien, muchas de ellas ya se han ido retomando, sin dudas el desafío más grande será la docencia de pregrado del próximo año, para que podamos hacer todo presencial. Eso sí, no olvidando las lecciones que la no presencialidad nos ha dejado. El desafío de la virtualidad nos ha puesto en nuevos escenarios, de los cuales hemos aprendido cosas, por ejemplo, sobre distintas formas de ver la docencia, y sin duda, estos aprendizajes nos acompañarán más allá de la pandemia”, señaló.