Kaptawa: una innovadora solución para obtener agua creada por estudiantes PUCV
Este emprendimiento se pudo perfeccionar y profesionalizar gracias a la ayuda de los Concursos DIE en su categoría DESARROLLA.
27.12.2021
Kaptawa es un equipo que busca generar soluciones a la escasez hídrica. Se enfocan fuertemente en generar soberanía hídrica a los usuarios para mantener terrenos que han sido afectados por la sequía, sobre todo en la zona central del país. Tratan la restauración pasiva del bosque esclerófilo, el que ha sido muy afectado por la sequía. Se enfocan muy fuertemente en los pequeños agricultores, especialmente en la agricultura familiar campesina. Para ello dotan de dispositivos que son atrapanieblas, con un alto componente de innovación que ha mejorado su eficiencia, usabilidad y que le ha añadido mucho valor en cuanto a la capacidad que tienen los usuarios de poder utilizar el producto. Desde ahí buscan generar una soberanía hídrica. Que los usuarios tengan la capacidad de poder producir el agua que necesiten para consumo agrario, consumo de restauración y esperan que en un futuro para consumo humano.
El equipo de trabajo está conformado por Rodrigo Carreño, estudiante de Ingeniería Civil Mecánica PUCV, es actualmente el director del equipo de Kaptawa, el que está conformado por Juan Pablo Lara, estudiante de Ingeniería Civil Mecánica PUCV, que está encargado del área de finanzas; Felipe Huerta, estudiante de Ingeniería Comercial PUCV, quien se encarga del área comercial y marketing; Leonor Villalobos e Ignacio Soto, alumnis de Ingeniería Civil Mecánica PUCV, que se encargan del diseño de los atrapanieblas; Williams Miranda, estudiante de Agronomía PUCV, encargado de hacerle un seguimiento a los atrapanieblas que ya estén instalados, de ver cómo se relacionan estos ante el problema y la solución, ya que para ellos es una validación de que lo que están ofreciendo sea una solución y no solamente un producto que venden; además están Loreto Muñoz, alumni de Ingeniería Civil Mecánica PUCV y Vicente Contreras, Químico Industrial PUCV, con quienes están desarrollando otro prototipo que se llama “biofiltro”, un proyecto que se encuentra en sus primeros pasos, pero que se enmarca en el objetivo de Kaptawa de generar una gama de soluciones ante la escasez hídrica.
¿Cómo nació la idea de este emprendimiento?
Llegamos casi por accidente. Empezamos el 2019, en el contexto del estallido social, a generar varios planes de vinculación con la comunidad. Desde la Escuela de Ingeniería Mecánica de Quilpué comenzamos, junto a otras organizaciones y juntas de vecinos, a hacer cabildos ambientales enfocados en esa temática, aprovechando el tema de la constituyente y nos empezamos a dar cuenta que los vecinos tienen muy interiorizado el problema de la escasez hídrica, de la sequía en los cerros, de la pérdida de la biodiversidad, ellos lo entendían muy bien. Entonces desde ahí empezamos a formular, con distintas metodologías, una forma de poder entender cómo ellos veían la problemática y también como posicionar una solución al respecto. Ahí tuvimos un apoyo muy fuerte de la organización Valencia Nativo, que se preocupan de la restauración y la mantención de ese pulmón verde que existe en la zona y desde ahí surgió la idea de generar atrapanieblas. Nosotros empezamos con la idea de hacer atrapanieblas convencionales que son estas mallas Raschel gigante, de 50, 80 m2 pero nos dimos cuenta de que estaba muy en pañales esa tecnología, a pesar de ser algo que se inventó en el año sesenta y se inventó justamente en Chile. Estaba muy en pañales y ahí nosotros dijimos, ya, metámosle un poco de ingeniería al asunto y empezamos a descubrir que había mucho más que se podía hacer. Hoy día tenemos la capacidad de haber mejorado hasta tres veces la eficiencia, generando entre 40 y 70 litros de agua por m2, lo que reduce mucho el espacio de los atrapanieblas y eso evita muchas afectaciones que pueden ser ambientales, que puedan ser paisajísticas, que puedan ser de la misma fauna que está en el lugar y desde ahí nosotros le vimos un atractivo comercial, entonces empezamos a desarrollarnos como un emprendimiento. Hoy estamos terminando los últimos papeleos para poder constituirnos y ser una empresa y tenemos la suerte y por todo el trabajo duro, que la comunidad se ha sentido super identificada con lo que hemos hecho. Siempre nos hemos posicionado, nosotros vendemos el producto, pero lo vendemos a ese mercado de personas que realmente necesitan esta ayuda, entonces la gente ha respondido bastante bien, ya hemos realizado las primeras compras que nos han servido para validar el proceso y como te digo, ha sido un recorrido super grande del año 2019 donde empezamos a problematizar, hasta que nos convertimos en una empresa. También pensamos en ser una ONG pero después nos decantamos por empezar un emprendimiento.
¿Vieron si se puede replicar en otras partes?
Sí, en cuanto a Chile, nosotros queremos partir con toda la quinta región y después tirarnos a la cuarta, que es donde más se utiliza, de hecho en coquimbo es en donde existen más atrapanieblas de manera artesanal, porque hoy día no existe una oferta industrializada de atrapanieblas, nadie los vende, entonces los que existen son artesanales. En cuanto a Chile existen esos terrenos, porque los atrapanieblas tienen una condición muy fuerte en cuanto a lo meteorológico y lo geográfico, entonces no es instalable en toda zona, tiene que haber presencia de vaguada costera y contar con cierto nivel de altura, entonces nosotros trabajamos con eso. En cuanto a la escalabilidad que podríamos tener nosotros en el mercado, de todas maneras tenemos bastante información de que puede ser replicable en Colombia, en Perú, en Uruguay, en muchas zonas donde realmente se han instalado atrapanieblas más convencionales que los que nosotros creamos, pero es el mismo principio. Entonces si esos atrapanieblas funcionan, estos atrapanieblas también deben ser funcionales y ese es un proceso más a largo plazo que tenemos visualizado. El poder ir y vender ojala en todo latinoamérica, que es una de las zonas más afectadas por la escasez y por el cambio climático.
¿Cómo fue tu experiencia en los Concursos DIE, categoría DESARROLLA?
Nosotros partimos el año pasado con la categoría CREA, fue también una experiencia super buena donde aprendimos todas las bases y este año en la categoría DESARROLLA nos ha servido mucho para poder impulsar de alguna manera lo que nosotros queríamos hacer, concretarlo más y pasar de esa fase de ideación y todo, a una fase de consolidación, que es donde nos encontramos ahora. Tuvimos el apoyo grande de Juan Pablo de la Incubadora Social Gen-E que nos ayudó mucho a postular a otros fondos, que nos ayudaba a cómo estructurar nosotros nuestro modelo de negocios, a como ir validando en cuanto a problemática, los usuarios, como validar nuestra propia solución también y respecto a eso me siento súper agradecido de todas las herramientas que nos han dictado en Gen-E que justamente tiene esa visión que nosotros compartimos de la innovación social, o sea, tiene esa idea de no solo generar un impacto económico, no solo generar un beneficio, sino que también generar un impacto social que remarque que el proyecto que se está haciendo tiene calidad dentro de esta cultura. Entonces eso lo agradezco mucho.