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Experta internacional destaca que Chile es de los pocos países que tiene normativa en contaminación lumínica

La contaminación lumínica es la alteración provocada por el hombre en los niveles naturales de luz exterior, que altera la vida silvestre, afecta la salud humana, desperdicia dinero y energía, contribuye al cambio climático y bloquea nuestra visión del universo, según plantea la organización internacional Darksky, entidad que junto a la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso organizó un encuentro con expertos nacionales e internacionales que abordaron esta problemática.

Bettymaya Foott, directora de compromiso de Darksky International, explicó que además de estar en Chile evaluando la posibilidad de abrir un capítulo regional de esta entidad, la organización busca “aprender de Chile, ya que es uno de los pocos países que cuenta con una norma sobre contaminación lumínica”.

En el país existe una ley que incluye la luminosidad artificial como contaminante y una norma de emisión que regula los efluentes y las condiciones lumínicas de los espacios públicos.

Desde 1998 que Chile cuenta con una “Norma de Emisión para la Regulación de la Contaminación Lumínica”, que aplica a las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo para proteger la calidad astronómica de los cielos nocturnos del norte de nuestro país, la que fue actualizada y en el corto plazo regirá para todo el territorio nacional.

El evento se desarrolló en el CEA-PUCV Santiago y contó con distintos expositores, quienes analizaron que este tipo de contaminación no sólo impide ver, por ejemplo, las estrellas, sino que afecta incluso la salud de las personas y la biodiversidad.

Además de Foott, la actividad contó con la participación Paulina Villalobos, directora ejecutiva de Darksky Chile; Felipe Loaiza, del Ministerio Medio Ambiente; Iván Kopaitic y Sebastián Fingerhuth, profesores de la Escuela de Ingeniería Eléctrica de la PUCV; Cari Letelier, astrofotógrafa; Stuartt Corder, director científico de AURA; Douglas Leonard, profesor de la Universidad Católica; y Javier Sayago, de la Oficina de Protección de la Calidad del Cielo del Norte de Chile (OPCC).

PROYECTOS SOBRE CONTAMINACIÓN LUMÍNICA

El profesor Sebastián Fingerhuth detalló que en la PUCV trabajan en dos proyectos que miden la contaminación lumínica. “Se presenta principalmente como un brillo en el cielo. La ciudad tiene tantas luces que finalmente no vemos las estrellas, porque es todo muy claro. Entonces, a eso se le llama el brillo del cielo y nosotros, en conjunto con el Ministerio del Medio Ambiente, desarrollamos algunos sensores que permitan medir eso”, indicó.

Esto permite, por un lado, revisar el nivel de cumplimiento de la normativa y evaluar su efectividad, además de definir medidas de educación respecto de esta problemática y acciones preventivas, según explicó el profesor.

Fingerhuth indicó que en la Escuela de Ingeniería Eléctrica de la PUCV cuentan hace más de 30 años con un laboratorio de fotometría que hace certificación de las luminarias de las calles, “y nosotros, hace un año y medio, empezamos a trabajar en la investigación. Y nos fue muy bien, nos ganamos un proyecto FONDEF, que es un proyecto de dos años y, después de un año, nos adjudicamos un segundo proyecto, que partió ahora el mes pasado”.

Por su parte, el académico Iván Kopaitic, jefe del Laboratorio de Fotometría y Control de Calidad de la Escuela de Ingeniería Eléctrica de la PUCV, expuso sobre los efectos que tiene la luz sobre la salud de las personas: “algunos son bien conocidos, como son los de tipo foto-biológicos, que generan daño a la retina del ojo, quemaduras de piel, etcétera. Pero hay otros que son un poco más nuevos, que están relacionados con los efectos no visuales. Es decir, cómo esta luz a través de un fotopigmento llamado melanopsina, regula y afecta nuestra secreción e inhibición de melatonina, lo que conlleva un sinnúmero de afectaciones al generar una disrupción de nuestro ciclo circadiano, y eso produce alteraciones al sueño, problemas de atención, estados de ánimo, esto es, un sinfín de afectaciones a la salud”.

Además, indicó que “si quisiéramos entender cómo no nos afecta mayormente, la regla es súper simple: debemos tener días muy brillantes y noches muy oscuras. Durante el día, priorizar las luces blancas, es decir, que tengan un alto contenido azul, o sea, luces que se ven blancas. Y durante la noche, si es que necesitamos luz, que sea sin azul, es decir, esas luces amarillas o color ámbar. De esa manera podemos mitigar en gran medida los efectos a la salud”.

Por Daniela Muñoz

Dirección de Comunicación Estratégica