Entrevista a Alex Madariaga, Ex alumno y director de Conaf Reg. Metropolitana: “Estudiar Agronomía en la PUCV me entregó experiencias que me fortalecieron, me hicieron valorar lo que se tiene y me ayudaron a aprender a adaptarme”
31.07.2020
Desde su casa en Santiago, el ex alumno de agronomía y recién nombrado director de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) para la región Metropolitana, Alex Madariaga hizo un repaso por su historia y su trayectoria profesional, rememorando lo que significó para él su paso por las aulas de la Escuela de Agronomía y de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Cuando terminó sus estudios de enseñanza media, Alex Madariaga (53) sabía que debía cumplir con un anhelo no solo propio, sino también de todo su círculo cercano: convertirse en el primer profesional de su familia. Si bien siempre fue buen alumno y uno de los pocos entre sus compañeros que consiguió un cupo en la educación superior, su primera opción fue estudiar medicina, pero no contaba con una base sólida para ello. Prefirió seguir sus instintos y hacer de su amor e interés por la naturaleza y las ciencias su profesión. Se matriculó en la Escuela de Agronomía, dejando su natal Santiago y trasladándose hasta la Región de Valparaíso para incorporarse a las aulas de la PUCV.
Recuerda su paso por agronomía como una experiencia muy linda y enriquecedora, donde tuvo la posibilidad de conocer a mucha gente y de estar sumergido en el ambiente de la Casa Central, con todos los bemoles significaba estudiar donde estaban todos, en un periodo socialmente conflictivo, pero que compensaba con la tranquilidad del campo y de la Facultad, “en esos palafitos antiguos donde los 300 alumnos que tenía la escuela en esa época, más los profesores, éramos una verdadera y tremenda familia”.
¿Cuáles fueron las fortalezas que adquirió al formarse en la Escuela de Agronomía de la PUCV?
“El hecho de ser Católica aterriza a la universidad y la mantiene en valores que siempre son importantes: el respeto al prójimo y la colaboración. Lo otro es la calidez y el sentido de familia que tiene la Facultad. Todos éramos importantes, nos conocíamos y colaborábamos, lo pasábamos bien. Era una sensación de estar viviendo en una fraternidad donde todos aportábamos. Y eso, al final, te hace trabajar en equipo y ayuda a siempre tener buenas relaciones. La identidad de los que somos de la PUCV es diferente. El hecho de tener una facultad en Quillota nos conecta más con la naturaleza y al compromiso que cada uno tiene con ella. Ese es su gran legado, además de que las cosas uno tiene que ganárselas. En Quillota, por estar "aislados", no la teníamos tan fácil. Si perdías el bus de entrada, te ibas a pie o tenías que esperar un colectivo. O a la vuelta, cuando salíamos tarde, había que caminar. Para los pocos computadores que había, teníamos que pedir hora. Se requerían esfuerzos adicionales y esas cosas te fortalecen, porque uno valora lo que hay y se adapta, con sacrificio, a avanzar con lo que tiene. La facultad me entregó muchas experiencias que otros no tuvieron el privilegio de tener”.
Mientras estudiaba en la escuela y motivado por la experiencia de un amigo, decidió congelar sus estudios y partir a Estados Unidos a probar suerte. Reconoce que fue una vivencia enriquecedora, aunque afirma -entre risas- que su aproximación más cercana con la agronomía fue cortar pasto. A su regreso dio el examen de grado, pero no obtuvo los resultados que esperaba. Decidió emprender nuevamente viaje y trasladarse hasta México para trabajar por en un centro de distribución de fruta. Allá le tocó vivir el "Tequilazo" (crisis económica de 1994) lo que sumió a México en un escenario sumamente complejo que le impidió quedarse permanentemente.
El salto al servicio público y los desafíos de la sequía
Ya de vuelta en Chile, Alex se perfeccionó con un MBA internacional a tiempo completo en la Universidad Adolfo Ibáñez, lo que ayudó a perfilar sus intereses y carrera. Tras algunos años en ventas y 8 años como gerente de un grupo líder de productores exportadores del norte del país, a Alex se le presentó oportunidad de ingresar al servicio público en el cargo de Director Regional de Indap en Coquimbo. El escenario era particularmente difícil ya que la región arrastraba una prolongada sequía, pero la recuerda como una época sumamente desafiante y enriquecedora, aunque no exenta de problemas.
¿Cómo vivió el paso del mundo privado al público, poniéndose al servicio de lo que necesitaban las comunidades rurales del norte?
"Había una acumulación de déficit hídrico de años que estaba afectando muy fuertemente la agricultura familiar campesina. Al dirigir una institución como Indap y considerando su importancia en el desarrollo productivo de los pequeños agricultores, representó un gigantesco desafió, sobre todo considerando el rol de servidores públicos y que trabajamos con el sector más vulnerable de nuestro campo. Familias que se estaban quedando atrás en el desarrollo de nuestro país, lo que nos invitaba a redoblar esfuerzos para poder aportar y ayudar a miles de familias para mejorar su bienestar y calidad de vida.
Bajo esa primicia, el rol de congregar al equipo para trabajar y hacer realidad esos pequeños cambios era muy satisfactorio. Incorporamos tecnología fotovoltaica en la pequeña agricultura, para economizar combustible. En algunas familias eso era un ahorro de 50 mil pesos mensuales, y para una familia que vive con 100 mil pesos, es un cambio radical. Esas cosas son las que siempre nos motivaron. Estuve tres años ahí y pasé ser Seremi de Agricultura en Atacama”.
¿Qué desafíos enfrentó como Seremi de Agricultura en Atacama?
“Los mismos problemas de sequía, con menos agricultores pequeños, eso sí, pero también con problemas desde el punto de vista productivo obviamente, y ahí ya eran otro tipo de intervenciones. Ayudamos con profundizar pozos y reconversión junto a la Universidad de Chile, quienes hacían buenas transferencias tecnológicas, buscando disminuir el requerimiento hídrico de las especies, sobre todo de la uva de mesa”.
¿Cómo llego a trabajar para Conaf?
“Tras finalizar mi periodo como Seremi de Agricultura, me se dediqué a hacer asesorías y me trasladé a la Región Metropolitana, donde me incorporé a la Municipalidad de Melipilla en el Centro de Desarrollo Económico. Ahí estaba Prodesal y el área agrícola, medioambiental y de emprendimiento, todo lo vinculado territorialmente con desarrollo y fomento. Trabajaba con organismos del estado como Sercotec, Fosis, Indap. Mientras estaba ahí tuve la oportunidad de ingresar una vez más al Gobierno como Jefe de Gabinete en Conaf, de la Dirección Ejecutiva. Y ahí estuve un año y ocho meses, hasta que llegó esta propuesta y gran desafío de tomar la Dirección Regional Metropolitana liderando esta hermosa institución. Un agrónomo con muchos ingenieros forestales trabajando en los pilares del desarrollo forestal de Chile. Por formación estamos acostumbrados a trabajar en lo productivo, en lo corto, las hortalizas y los frutales, pero acá se trabaja con los bosques, que son para siempre. Sus plantaciones son de 15, 20 a 25 años. Es otra visión. Conaf preserva bosques, los desarrolla, los fomenta, los protege de los incendios”.
¿Cómo toma este desafío de asumir la dirección metropolitana de Conaf en medio de una pandemia? ¿Cuál espera que sea su huella en este liderazgo?
“El país y el mundo están viviendo una situación muy especial que es esta pandemia, que a algunos le ha pegado muy fuerte en lo económico, psicológico y en cuanto a relaciones sociales. Con el equipo estamos aprendiendo cómo hacer lo mejor posible, siendo el máximo aporte a la sociedad. Hoy se necesita una sensibilidad especial y eso parte desde adentro. Miramos a Conaf y a sus trabajadores como nuestra familia, entendiendo sus expectativas, sus sueños y sus problemas. Debe establecerse también que nos necesitamos mutuamente para enfrentar esto. Eso fortalece el compromiso y la motivación. Eso queremos transmitir en las labores que hacemos. Que vean que somos un apoyo para la sociedad y que se transfiera eso en la acción de nuestra familia de Conaf. Creo que ese es el primer gran paso. El segundo, es determinar cómo hacer todas nuestras labores con la seguridad, desde el punto de vista de la distancia social, que se requiera. En eso también estamos acomodando nuestros procesos”.
¿Cómo imagina que debería orientarse la política forestal del país de cara a la próxima década ?
Como Conaf, siempre debemos velar por conservar nuestros bosques, eso es lo primordial. Si analizamos el cambio climático y los compromisos que hay de aquí al 2050, los bosques participan con alrededor del 70 % de las capturas del CO2. Si queremos llegar a ser carbonos neutrales al año 2050, los bosques tendrán rol clave en conjunto con los cambios en la matriz energética del país, como políticas de Estado.
No trabajamos para hoy, lo hacemos para las futuras generaciones. Bajo ese contexto, todas las políticas apuntan hacia allá, hacia el desarrollo forestal, conservación forestal y un trabajo multidisciplinario entre todas las demás emisoras de carbono en donde cada uno tiene que aportar. Nosotros absorbemos, pero también las emisiones deben ir en disminución. Y hoy día nosotros, por ejemplo, con el plan de descontaminación de Santiago, tenemos un rol activo fiscalizando quemas ilegales, fiscalizando el origen de la leña, verificando que provenga de explotaciones autorizadas y no de cortas ilegales de bosque nativo el cual debemos proteger y preservar. En este contexto CONAF tiene un importante rol medioambiental y en la sustentabilidad de los recursos”.
¿Dónde se ve en diez años más?
“Espero ojalá seguir ayudando a las personas. El servicio público es un trabajo muy satisfactorio, gratificante, y cuando uno hace las cosas con compromiso y amor. Y si eso ayuda a las demás personas, qué mejor enseñanza o transmisión de legado uno puede ir haciendo. Uno trabaja para los demás. Ahora como Conaf somos parte del Minagri, que es un gran ministerio que genera mucho trabajo a nivel nacional, que genera alimentación, que tiene grandes desafíos de modernización, y que va a jugar un gran rol en lo del cambio climático con los bosques. Entonces, es un área maravillosa y de gran impacto en la sociedad. Por lo tanto, qué mejor anhelo que el de seguir participando y aportando con un granito de arena porque si todos ponemos uno, la sociedad será mejor, nuestro Chile va a crecer y podremos dejar un legado a las nuevas generaciones, a nuestros hijos, a nuestros nietos. Tal vez no un mundo mejor, pero que no sea peor, con la amenaza que implica este cambio climático”.
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Cuestionario rápido:
¿Ramo favorito de la carrera?
-Química me gustaba mucho, lo básico. Y Fruticultura, me gustaba harto.
¿Ramo menos favorito de la carrera?
Matemática, Cálculo... ¡Riego! (ríe)
¿Profesor que recuerda con más cariño?
Al profesor Undurraga, Pedro Undurraga. Y lo poco que conviví, don Francisco Gardiazábal, también.