Su relación con el deporte comenzó cuando era muy pequeña: a los siete años un doctor le recomendó a su madre inscribirla en alguna disciplina para fortalecer su cuerpo debido a su bajo peso y a sus antecedentes médicos. Comenzó a caminar a los siete meses, a pesar de tener una displasia severa de caderas que la mantuvo mucho tiempo en tratamiento kinésico.
Practicó gimnasia artística y luego atletismo, convirtiéndose rápidamente en seleccionada nacional de este último. Entrenaba cuatro veces a la semana y tenía permisos especiales en su colegio para asistir a competencias y entrenamientos; su vida giraba en torno al deporte y a la disciplina que éste le exigía. “No me arrepiento de que haya sido así. Por el contrario, creo que el deporte me ayudó a desarrollar otros aspectos de mi vida como, por ejemplo, sopesar la separación de mis padres, ya que me refugié en el deporte y otras cuantas cosas que me pasaron. En el deporte vi un estilo de vida y una filosofía”, afirma la corredora.
Una vez que terminó sus estudios de enseñanza media, se trasladó desde Talca, su ciudad natal, al Centro de Alto Rendimiento de Santiago con el objetivo de dedicarse por un año únicamente al deporte y así explorar sus límites.
Debido a su meteórica carrera, a los pocos meses de haberse radicado en Santiago recibió un llamado desde Valparaíso: la Armada de Chile buscaba una deportista que los representara en un selectivo de la Academia Politécnica Naval. “A los 20 años ya estaba en la V Región con los infantes de marina, con horarios que me imponían, formando este selectivo con gente capacitada para la guerra”, relata.
Tras elegir ingresar a la Católica de Valparaíso “por su prestigio”, según confiesa, institución a la que entró con beca deportiva, fue seleccionada de atletismo, cross country, escalada y gimnasia artística. También viajó en numerosas oportunidades para competir dentro y fuera del país. “Sentí mucho apoyo de la Escuela de Educación Física y de la Rectoría durante todo el tiempo que estudié, y más aún cuando me lesioné”, agrega.
EXPERIENCIA LÍMITE
En 2006, durante su primer año en la PUCV, Verónica Bravo compitió en el Patagonia Expedition Race que se realizó en Tierra del Fuego y que es considerada una de las pruebas de aventura más duras que existen.
Cuando ya estaba en la última etapa, le tocó enfrentar un trekking por la nieve, con temperaturas que bordeaban los 22 grados bajo cero. Bravo se extravió y sufrió hipotermia, quemaduras por congelamiento en ambos tobillos y dedos de los pies, además de otras lesiones que la dejaron más de un año sin poder caminar.
Estuvo cuatro meses hospitalizada en Punta Arenas, donde le realizaron varios injertos con su propia piel, pero que no dieron resultado. Luego fue trasladada a Santiago, donde estuvo otros siete meses internada en el Hospital del Trabajador. En este último, le realizaron injertos de piel de tiburón que dieron resultado, pero fueron el comienzo de una dura recuperación con un pronóstico poco alentador, en la que nuevamente tuvo que aprender a caminar.
Ya de alta, retomó sus estudios y entrenamiento con una recuperación casi milagrosa, tanto así, que incluso fue invitada a Congresos de Cirugía Plástica donde se expuso su caso, por ser la primera persona en Chile a la que se le injerta piel de tiburón.
“Este accidente cambió mi vida. Antes me motivaba viajar por viajar, competir por ganar; pero ahora corro por vivir, por filosofía y libertad, corro en armonía alcanzando un todo. He vuelto a tener experiencias límite, pero las he enfrentado con responsabilidad y sin temor. De hecho, me ha tocado volver a competir en lugares extremos, sobre nieve eterna, frío extremo, pero si no corremos riesgo, ¿qué gracia tiene la vida?”, asegura la profesora.
MUNDO TRAIL
Actualmente, Verónica divide sus días entre sus tareas como profesora de la Escuela de Educación Física de la PUCV y las competencias del trail running, disciplina que consiste en correr en las montañas en distintos tipos de terreno. Uno de sus logros más destacados fue conseguir el primer lugar en The Coastal Challenge 2015, superando a la atleta Anna Frost, una de sus mejores exponentes a nivel mundial.
En lo que va de este año, ya ha participado en varias competencias internacionales y nacionales: en marzo pasado lo hizo en el Ultra Trail de México “Desafío en las Nubes”, donde resultó ganadora en la categoría femenina en terminar los 60 km de competencia logrando, un tiempo de 8 horas y 5 minutos. Al regresar al país, participó en la primera fecha del Salomon Trail Challenge 2018, realizado en Casablanca.
Luego, en abril, se trasladó a la Patagonia para participar en el Ultra Fiord, donde no finalizó la carrera debido a las malas condiciones climáticas y al especial cuidado que necesitan sus pies al estar expuestos al frío extremo.
Actualmente, se está preparando para participar por tercera vez en el Ultra Trail Mont-Blanc, considerada la carrera más importante del mundo trail, cuyo nombre hace alusión a la montaña más alta de Europa y considera una distancia de 171 kilómetros en Los Alpes, atravesando Francia, Italia y Suiza.
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Por Francisca Muñoz
Alumni PUCV
Fotos: Juan Mata-Lorenzen