Hace poco tiempo nos enteramos que emprendió un nuevo viaje, pero con una finalidad totalmente distinta. Nuestra ex- alumna llegó hace unas semanas a Quiba Guabal en Colombia, localidad habitada en su mayoría por campesinos que ocuparon el territorio hace varias generaciones debido a las dinámicas de desplazamiento forzado en Colombia, provenientes de Antioquia y Tolima. Actualmente, se encuentra habitada por ochenta familias, que con sus mestizajes y su multiplicidad de formas se entremezclan entre la cotidianidad rural y urbana.
Es en este lugar que Valentina desarrolla un voluntariado para América Solidaria, organización sin fines de lucro que trabaja para superar la pobreza infantil en Chile y el continente, a través de proyectos de salud, educación y desarrollo económico familiar.
¿Cómo surgió la motivación para postular a América Solidaria?
Luego de un intercambio que hice en México que para mí fue realmente muy importante, porque me permitió conocer una realidad distinta, abrir la mente y tener ganas de hacer algo distinto con mi profesión. América Solidaria siempre me interesó mucho porque busca la superación de la pobreza a través de proyectos con niños y jóvenes en los que participan profesionales voluntarios, desde el trabajo con organizaciones locales.
¿A qué área y destino postulaste?
Al postular a América Solidaria no conoces tu destino. La organización te elige de acuerdo a tu perfil profesional para trabajar con un determinado socio territorial. Es decir, cuando quieres ser un profesional voluntario de América Solidaria debes estar dispuesto a viajar y vivir en cualquier lugar del continente por un año. Para mí es muy importante que la labor se realice por medio de un socio territorial, porque así se pueden integrar los esfuerzos de una organización local, que conoce las necesidades y oportunidades del lugar, con el trabajo y las herramientas que entrega un profesional voluntario que proviene de un contexto totalmente diferente, con todos los desafíos, obstáculos, aprendizajes y crecimiento que significan.
¿Cómo han sido tus primeros días en Colombia?
Durante los primeros días participé con compañeros de Argentina, Brasil, Colombia, Haití, Costa Rica, México, Perú y Chile en un proceso de formación de dos semanas, donde nos preparamos a través talleres en ámbitos de pobreza, infancia, desigualdad y comunicaciones. Fue una experiencia muy bonita y enriquecedora, porque pudimos conocer el contexto actual de cada país de Latinoamérica, con similitudes y diferencias. Luego, todos comenzamos nuestro trabajo en diferentes destinos.
¿En qué proceso te encuentras ahora?
Estoy viviendo a pasos de Biblioseo, Biblioteca de la Creatividad junto a mi compañera Soledad, quien es chilena y trabajadora social. La fundación Biblioseo es socio territorial de América Solidaria y busca potenciar el liderazgo social y fomentar el emprendimiento en niños y jóvenes de entre 6 a 17 años de la comunidad, a través un modelo educativo basado en el desarrollo de pensamiento crítico, uso de la tecnología y la trascendencia de la comunicación para la transmisión de ideas.
La localidad está en un sector rural de Ciudad Bolívar, perteneciente a Bogotá, caracterizado por un contexto de vulnerabilidad, violencia y pobreza. Pero la biblioteca es un espacio único de encuentro, desarrollo y aprendizaje que propicia la creatividad e imaginación y destaca talentos de los niños y jóvenes y las oportunidades del territorio.
¿Qué es lo que vas a hacer específicamente?
Durante mi año de misión debo fortalecer herramientas de emprendimiento en los niños y jóvenes de Biblioseo, a través de los proyectos que construyen y desarrollan en su comunidad surgidos desde su propia historia e intereses. Este es el tercer y último año de intervención de América Solidaria en Biblioseo, por lo que debemos continuar el proceso que han llevado a cabo voluntarios anteriores de Perú y Chile y también brindar proyección al proyecto.
¿Qué has aprendido de Colombia hasta el momento?
He aprendido y entendido un poco de la historia, la cultura, su comida y la calidez y alegría de su gente. Realmente me siento agradecida, orgullosa y afortunada de estar en este momento en Colombia, porque me parece un país hermoso y porque se desarrolla un proceso histórico de paz a partir de la desmilitarización de la FARC, luego de 53 años de guerra. Pero, también a través de la labor en comunidades, de la recuperación del espacio público, valorización y descubrimiento del territorio, rescate de las tradiciones y cultura de sus pueblos.
¿Cuáles son las expectativas que tienes sobre esta experiencia?
Espero e intento no tener muchas expectativas, sino realmente aprender en el proceso. Y no perder durante mi año de misión la capacidad de asombro. Pienso que nunca antes me había encontrado en un contexto tan distinto, al principio fue realmente difícil adaptarme porque estoy lejos de todos y de todo, pero ahora me siento muy feliz, con muchísimas ganas de trabajar porque hay un montón de desafíos. Y toda la alegría me la han entregado los niños y jóvenes de la biblioteca, me faltan palabras para expresar lo vivido hasta el momento. Pienso que estoy observando mi vida desde una perspectiva diferente, tanto a nivel personal como profesional, y siento que estoy comprometida para siempre con la búsqueda de transformación social.
¿Qué le dirías a quienes estén pensando hacer algo similar?
Pienso y siento que quienes podemos entrar a la universidad tenemos la responsabilidad de retribuir a la sociedad desde un pensamiento crítico de cuestionamiento constante de lo que somos y sabemos. Y desde la comunicación hay mucho por hacer y ser, porque nos da la posibilidad de conocer y reconocer a otro(s) y construir en comunidad. Ser profesional voluntario es una oportunidad para entregarse, desaprender, cuestionar la normalidad y observar en perspectiva, tanto nuestra realidad como la de personas distintas y distantes.
Por Leopoldo Borgoño
Vinculación con el Medio – Periodismo PUCV